Hace algo más de un siglo, un cargamento de piedras procedente de Buixcarró salió de la antigua estación de Manuel de Valencia, hoy en desuso, con destino al antiguo barrio de pescadores, donde hoy se encuentra la plaza del Ayuntamiento. Era el 10 de noviembre de 1915 cuando la prensa de la época celebraba: «Se ha colocado la primera piedra de la Casa de Correos y Telégrafos».
El «Palacio de las Comunicaciones» abrió sus puertas a los ciudadanos en ocasión de su centenario. Los trabajos de construcción finalizaron a finales de 1922, aunque no se inauguró hasta el 14 de mayo de 1923. Forma parte de la infraestructura subvencionada por el Gobierno para la modernización de los servicios postales españoles y fue diseñada por el arquitecto Miguel Ángel Navarro Pérez. Con sus 9400 metros cuadrados, el edificio es un bien de importancia local.
Símbolo de un proceso de innovación, refleja la monumentalidad y el eclecticismo de los edificios de los años 30, llega hasta nuestros días como un patrimonio arquitectónico de la ciudad de Valencia.
Una de las características únicas del edificio era la calefacción del patio de operaciones. Los conductos salían del sótano y calentaban los puestos de trabajo a través de rejillas de latón. La gran bóveda situada en el eje central permite la iluminación horizontal. La vidriera, elemento predominante del edificio, fue encargada a la empresa familiar Maumejean, famosa por sus trabajos en toda España.
La bóveda, compuesta por 370 paneles y 3.500 piezas de vidrio emplomado, cubre el espacio elíptico de la sala principal. Distribuidos en el perímetro exterior de la vidriera, podemos observar los escudos de las 48 provincias españolas, que representan la cohesión territorial y social de España en aquella época.
La comunicación transforma la oficina de correos
Bajo el arco central de la entrada, un grupo escultórico de cinco figuras simboliza la comunicación internacional recordando alegóricamente los cinco continentes: Europa, Asia, África, América y Oceanía. Forma parte del edificio una torre de acero inoxidable demolida en los años 70 por falta de mantenimiento y reconstruida en 2004 según el modelo original.
Los buzones eran de bronce con forma de cabeza de león. En la fachada exterior, dos grupos de estatuas flanquean el reloj. A la derecha hay tres figuras aladas en un barco que sostienen cartas y fajos de telégrafos, representando la comunicación por mar. El grupo de la izquierda viaja en una locomotora, que simboliza la comunicación por tierra.
Hoy el edificio pertenece a la Generalitat Valenciana, que quiere convertirlo de elegante oficina de correos en una estructura cultural de referencia a nivel europeo. Un espacio donde los territorios y las regiones pueden proyectar juntos en los ámbitos del arte, la cultura, la educación y la innovación. Un reto para el futuro de la modernidad y la mejora social.