Lacci, de Domenico Starnone
LA RESISTENCIA AL CAMBIO SIEMPRE SIGNIFICA INFELICIDAD.
ESTE ES EL ECO QUE EMERGE DE LAS PÁGINAS DE DOMENICO STARNONE.
Lacci (laces) es la historia de un grupo de personas que comparten un parentesco y se mantienen unidas por la decencia de una sociedad moralista. Pero ya sabes, la emoción es otra cosa. Por eso, cuando el marido rompe el pacto matrimonial por una joven de 19 años, todo parece desmoronarse.
La novela está dividida en tres partes, en las que los propios protagonistas narran las vicisitudes familiares a través de su punto de vista: esposa, marido e hijos.
Las cartas de Vanda gritan el dolor de una mujer traicionada. Se ha ido, ha destruido el sueño y la apariencia de una familia unida. Una familia, que ahora sólo es un obstáculo para una nueva vida. La mujer está impregnada de una sensación de abandono, de rabia ciega:
«No me hagas perder los nervios, Aldo, ten cuidado. Si lo hago, te haré pagar«.
Así cae sobre el hombre el peñasco de la culpa, a través de las palabras de Vanda, sola, asustada, desesperada. Aldo es juzgado como el verdugo, el egoísta.
Sin embargo, es necesario mirar más allá, es necesario comprender que el vínculo nunca crea amor. Sí, el amor germina en la libre elección de permanecer juntos, sin desear estar en otro lugar. Sin tener que guardar las fotografías escondidas dentro de un cubo en lo alto de la estantería, como hace Aldo. El hombre, al irse, trató de seguir la verdad. Intentó ir donde era más correcto estar, pero luego sucumbió a la debilidad. Starnone muestra hábilmente la fragilidad de los personajes, una posible proyección de cualquier pareja.
El amor es un recipiente en el que lo metemos todo
Aldo renunciará a la joven Lidia para cumplir con sus deberes maritales. Volverá a ser padre como puede, volverá a llevar el papel de marido porque es lo correcto. Vanda le arrojará todo su resentimiento, sin conseguir curar realmente la herida. ¿Cómo pudo? Después de todo, él no volvió por amor.
«Después de un tiempo, claro, se recompuso, siempre se recomponía. Pero con cada recomposición sentía que había perdido algo de sí mismo que en tiempos pasados me había atraído«.
Con el chantaje, sus vidas se desmoronan. Vanda intenta suicidarse e induce a su marido a volver jugando con sus emociones. Se produce una falsa reconciliación, resultado de la incapacidad de reconstruirse. La familia se aferra a un equilibrio precario en el que el hombre está constantemente bajo escrutinio. Tiene que demostrar que ha cambiado. Ahora, no sólo traiciona a su esposa, sino también a sí mismo.
¿Dónde podríamos colocar realmente el egoísmo, la carga de la culpa que se arroja sobre el otro, si no es en ambos cónyuges? Aldo hizo trampa, se fue y luego regresó coactivamente. Vanda ha hecho todo lo posible para mantener a su lado a un hombre que no la ama. ¿Por qué? ¿Es posible ponerse en un segundo plano para facilitar la vida cotidiana y los rumores? Vanda no quería estar sola, no se imaginaba a sí misma sino en ese contexto familiar. Al final, ¿cuál es el verdadero problema? La debilidad, la inseguridad. La mujer que finalmente confiesa:
«Cuando me dejaste, sufrí sobre todo por lo que había sacrificado innecesariamente de mí«
Aldo vuelve, sigue amando a Lidia, renunciando a sí mismo, para perpetuar un matrimonio fracasado. Los niños, espectadores mudos que, como sus padres, tratan de aferrarse al dolor que aún puede mantenerlos unidos, atados. Tal vez aún haya esperanza en ellos para derrocar el orden aparente, pero la inercia arrastra a todos.
La familia está formalmente unida. No, el amor no ha triunfado, el amor ha perdido.
«El dolor siempre estuvo ahí, nunca terminó».
A partir del libro Lacci (laces), se realizó la película The Ties, dirigida por Daniele Lucchetti.
