Redaelli describe la locura cruzando el umbral que divide a los locos del resto de la sociedad
Llevas una maleta en la mano, dudas un momento antes de entrar, el tiempo suficiente para observar el hospital psiquiátrico desde fuera antes de cruzar el umbral. Has llegado allí por voluntad propia, dispuesto a vivir como un loco. Esta es la historia de Antonio, el protagonista de la novela italiana Beatos los inquiestos (Beati gli inquieti) de Stefano Redaelli, Neo Edizioni. Para contar la historia de la locura hay que abrazar su rutina, hay que vivir entre los muros en los que se consume día tras día. Un viaje que todos deberíamos hacer, en el que la sociedad margina a aquello que la amenaza: las personas libres.
«Llevo años estudiando la locura y me gustaría escribir un libro».
«¿En qué puedo ayudarle?»
«Me gustaría pasar una semana en la Casa de las Mariposas, para tener contacto diario con los pacientes».
El despertador suena a las 7 de la mañana, el día está marcado principalmente por las comidas, los cigarrillos y el café. Hay hora de visita, en la que generalmente no se ve a nadie, y Misa con olor a pollo de fondo. Un día tras otro, vacío y mecánico. Sin embargo, los actores dentro de ese bucle son personas. Están Marta, Carlo, Simone, Angelo y Cecilia, cuyas sensibilidades se convierten en una enorme caja de resonancia de las emociones de Antonio. El investigador universitario anota lo que vive en un diario escrito en tiempo presente, «el tiempo de los esquizofrénicos, una especie de pegamento para volver a unir los trozos de vida suspendidos en el aire, sin dirección, sin pasado sin futuro«.
¿Cuántos médicos detrás de sus mesas han descrito la locura? ¿Cuántas definiciones y páginas se han dedicado a relatar, analizar, controlar esa dimensión escurridiza de los considerados locos? Antonio acorta distancias, comparte la habitación con Carlo y Simone, observa, escucha, se deja llevar de la mano, pero lo que creía un viaje al interior de la enfermedad mental pronto se convertirá en un viaje al interior de sí mismo.
Una nueva percepción de los enfermos mentales
Así son también los locos: «Si la literatura es una lupa, la locura es más poderosa. Es a la vez lente y espejo«. A través de su forma diferente de experimentar el mundo, describen también el nuestro. Indagan en el interior del protagonista, haciendo que, en ocasiones, el concepto de la identidad del cuerdo y del enfermo mental se superponga. «La locura es un acontecimiento que se produce en nuestras cabezas cuando se dan las condiciones adecuadas. En el momento en que surge, se abre y se manifiesta. Cuando dijo ‘adecuadas’ sonrió y me miró directamente a los ojos«.
El libro de Redaelli también revela la escisión entre la humanidad de los huéspedes y la lente opaca de las instituciones, representada por el médico responsable del centro. Una relación que podría representar la metáfora más amplia entre el interior y el exterior de los muros de la Casa de las Mariposas.
Como dice Simone, la locura «es cruda, te margina de la sociedad. Te hace ver el mundo de forma diferente a como lo ven los demás. Es cruda porque estás solo. Somos mundos aparte. Somos muchas islas«. Quizá el único acto revolucionario sea precisamente el de Antonio, el de alguien que abandona un poco la pretensión de estar cuerdo y cruza el umbral, desmoronando poco a poco ese sentimiento de soledad y marginación de quien experimenta la locura.